El fundador de Doc Popcorn, que vende pop corn acabado de hacer con sabores como "canela pecadora" y "jalapeño saltante", ha supervisado la apertura de 54 franquicias en cinco años y dice que 200 más vienen en camino.
A Israel le gustaría darle todo el crédito del crecimiento estable de su negocio a la popularidad del producto. Pero también atribuye el éxito a un sistema de franquicias flexible que permite a pequeños emprendedores hacerse socios de la marca a un nivel que se ajusta a su presupuesto. Los titulares de la franquicia pueden abrir un local con una inversión de hasta US$150.000 o pueden optar por un quiosco en un centro comercial a un costo de alrededor de US$100.000. Un carrito móvil requiere una inversión inicial de US$70.000.
También es una tendencia de alto crecimiento en el mundo de las franquicias.
Los consultores dicen que están viendo a más corporaciones que ofrecen a inversionistas potenciales una gama de modelos de negocios, a diferentes escalas de precio. En una era en la que el crédito está escaso y los inversionistas son cautelosos, tanto los franquiciadores como los franquiciados cuentan que este tipo de flexibilidad es la clave de la expansión.
"Muchos inversionistas tienen dificultad para encontrar crédito que les permita abrir locales de tamaño completo", dice Steve Caldeira, presidente de las Asociación Internacional de Franquicias. "Ha ocurrido una expansión de distintos modelos dentro de una misma marca".
Huntington Learning Center, un servicio de tutorías con sede en Nueva Jersey, ha comenzado a ofrecer a interesados en la franquicia dos niveles de inversión. Por una tarifa de US$10.000 (más los gastos de construcción y regalías de 9,5%), los inversionistas pueden abrir un centro de tutoría en un espacio de alrededor de 110 metros cuadrados. Por una cuota de US$59.000 —y una regalía más baja de 8%—, pueden abrir un centro "ampliado", con más espacio para dar tutoría no sólo en las materias tradicionales como matemáticas y lectura, sino también en ciencias y otros campos académicos.
"Este no ha sido un año fuerte para nosotros en términos de nuevas ventas", dice Raymond Huntington, el presidente de la junta directiva de la compañía, quien atribuye la baja a la dura competencia, el crédito escaso y la agitada economía estadounidense. Pero confía en la opción de negocio más económica atraiga a más emprendedores a la marca.
Para los franquiciadores, un riesgo del modelo de distintos precios es perder control de la imagen de la marca. Una compañía exitosa se tomará su tiempo para establecer estándares precisos del trato con el cliente, la presentación del producto y la supervisión corporativa con bastante anticipación al lanzamiento de un nuevo modelo de negocios, dice Benjamin Litalien, quien dirige la firma de consultoría Franchise Well LLC.
Los franquiciadores probablemente ya tienen establecidos sus requerimientos para iluminación, señalización, presentación de producto y estrategias de ventas, pero esas reglas no se traducen necesariamente bien a un quiosco de centro comercial o a un camión de comida, explica Latalien.
Cuando el camión lleva el nombre de la marca, todo, desde la forma en que el conductor se desplaza por el tráfico hasta donde se estaciona para vender su mercancía, puede influir en la imagen del producto.
Litalien también advierte que los franquiciadores deben reflexionar sobre las implicaciones de formatos nuevos en franquiciados leales y de largo tiempo. Alguien que ha invertido US$500.000 en la construcción de una tienda de donuts podría no ver con buenos ojos que un rival empiece a vender el mismo producto desde un carrito económico, especialmente si compiten por la misma clientela.
Por su parte, quienes estén interesados en unirse a una franquicia deberían analizar bien si ejecutivos corporativos tienen la experiencia para ayudarlos a alcanzar clientes con una nueva fórmula, advierte Litalien.
Nate Godo se unió a Doc Popcorn en 2010 con un carrito que llevaba a eventos en el centro de convenciones de su ciudad en el estado de Tennessee. Las ventas minoristas eran algo nuevo para Godo, quien hasta su emprendimiento había trabajado en el negocio de los autos. Así que no quería invertir una fortuna en pop corn sin probar primero la viabilidad del negocio a pequeña escala, cuenta.
Le fue tan bien que hace un año lo hizo su trabajo de tiempo completo y hace poco instaló un segundo carrito en un centro comercial.
Asegura que el sistema de varios niveles fue lo que le permitió expandirse gradualmente.
Fuente: WSJ
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